Estaba pasando por la época más negra de mi año. En esa época las cosas buenas en realidad eran malas, y las malas sobrepasaban los límites de lo maligno. Ningún plan salió como lo tenía previsto. El sol una tarde se ocultó y nunca más volvió a salir. La noche se volvió eterna y más de una vez me pregunté cuándo volvería a sentir el calor del astro.
A pesar de todo lo malo, decidí salir contigo a ver si juntos podríamos encontrar aunque sea una luciérnaga en medio de tanta tempestad. Ambos estábamos seguros de que sería una gran noche, pero no fue así. No entiendo por qué siempre nos peleamos por cualquier tontería, no logro comprender por qué nunca nos entendemos. Cuando yo digo blanco, tú dices negro. Cuando digo negro, tú dices blanco, y así.
Pero sé que, a pesar de todo el odio que nos tenemos, nuestro amor es mutuo, pero ha fallado desde el principio. Es un amor enfermo; nació enfermo; tiene una enfermedad muy grave, diría yo. Y la verdad no sé si tiene cura. ¿Qué hacen los doctores cuando un bebé nace muy enfermo? ¿Hacen lo que esté a su alcance para sanarlo? ¿Pero qué hacen si no saben cual es la cura? ¿Lo dejan morir? No lo sé. ¡Pero que fuerte es ese bebé! A pesar de lo enfermo que está aun sigue con vida, no creo que aguante mucho tiempo más. Pero podría estar equivocado.
Esa noche el metro funcionaba perfectamente, había poca gente. Aún trato de recordar cual estación era, sin éxito. Estábamos bravos, muy bravos el uno con el otro, pero juntos en medio del subterráneo, esperando los trenes; tu uno y yo el otro. Ambos llegaron al mismo tiempo, ni siquiera nos vimos a los ojos, ni nos dijimos ‘’chao’’, ni nada, sólo nos dirigimos a ellos y nos vimos desde las ventanillas. Vi que levantaste tu mano para despedirte. En ese momento supe que no te volvería a ver más nunca y una lágrima corrió por mi mejilla. La sensación fue como recibir un disparo en medio del corazón, y no morir para sentir toda la fuerza y duración total del dolor.
Historia basada en un sueño.
Adrian Jimeno.
